Milenaria pirámide ‘Teotihuacana’ oculta debajo del Cerro de la Estrella en la crucifixión de Jesús en Iztapalapa.


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Milenaria pirámide ‘Teotihuacana’ oculta debajo del Cerro de la Estrella en la crucifixión de Jesús en Iztapalapa.

El montículo en el Cerro de la Estrella es tan ancho como el de la estructura de la Luna

Milenaria pirámide 'Teotihuacana' oculta de bajo la crucifixión de Jesús en Iztapalapa

El INAH da a conocer el importante hallazgo, luego de varios años de exploraciones

Buscarán concientizar a vecinos y visitantes para preservar ese patrimonio prehispánico

Milenaria pirámide 'Teotihuacana' oculta de bajo la crucifixión de Jesús en Iztapalapa

El montículo donde cada año ”crucifican a Jesús” era una pirámide. Recientes investigaciones en el Cerro de la Estrella, en Iztapalapa, han descubierto que el promontorio donde cada Semana Santa tiene su clímax la pasión de Cristo es una plataforma piramidal con más de mil 500 años de antigüedad y tan ancha como la pirámide de la Luna en Teotihuacan. De hecho, según la investigación arqueológica, todo el cerro era una gran ciudad teotihuacana con áreas ceremoniales, habitacionales y de cultivo bien delimitadas, y en la que se registraron posteriores asentamientos culhuas y, después, mexicas.
El predio de la plataforma, sobre la que había un templo, es llamado la Pasión y está rodeado por el caserío, a medio camino entre las faldas y la cúspide, al pie de las tres enormes cruces de metal en la que sacrifican a Jesucristo, allí donde cada año se congregan decenas de miles de personas. Ahí puede verse por estos días uno de los varios pozos de sondeo y calas que los arqueólogos abren para estudiar los vestigios de paredes, pisos y tepalcates, y así reconstruir el mapa de una ciudad con cinco etapas constructivas, comenzadas entre los años 400 y 500 dC. Salvo esas investigaciones y algunas medidas de protección, como volver a tapar las zanjas, impedir el estacionamiento de vehículos, aumentar la vigilancia y comenzar una labor de difusión y concientización para que vecinos y visitantes cuiden el patrimonio prehispánico, todo seguirá casi igual en el Cerro de la Estrella.

Debido a la visita masiva por esa tradición cultural comunitaria y cristiana. Con dos siglos de existencia, la antigua plataforma piramidal no será excavada de manera extensiva, ni consolidada, ni mucho menos abierta al público, pero ahora se sabrá que, a unos cuantos centímetros bajo tierra, reposan los restos de una antigua ciudad esplendorosa Teotihuacana .

De cómo se descubre una pirámide.

Los conjuntos arquitectónicos de esa urbe hasta ahora ubicados son, aparte del montículo teotiohuacano-coyotlatelco de la Pasión el del templo del Fuego Nuevo, ubicado en la cima del cerro, a varios cientos de metros del anterior, y donde en 2007 se celebrarán 500 años de haberse encendido por última vez esa llama que se renovaba cada 52 años. Además, las zonas habitacionales de El Santuario y Villa-Estrella; las áreas ceremoniales y residenciales Zona N5; el sistema cuevas-plataformas-terrazas de la Zona E15; el sistema de terrazas de la ladera este, coyotlatelco y culhuacana; y los petroglifos del Cerro de la Estrella.
Estos descubrimientos son resultado del Programa de Arqueología, una vertiente del Proyecto de Investigación Antropológica Cerro de la Estrella (PIACE), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), comenzado en 2001 y a cargo del arqueólogo Jesús Evaristo Sánchez, quien  encabezó un exhaustivo recorrido por el predio de La Pasión y el Templo del Fuego Nuevo. Fue la arqueóloga Myriam Advíncula Benítez, quien no pudo asistir al recorrido por estar de viaje, la que con observaciones y excavaciones demostró que el enorme montículo de La Pasión, en la ladera norte del cerro, son basamentos de una pirámide dividida en tres cuerpos con taludes y plataformas.
Según información del INAH, la investigadora fijó que el montículo, que mide unos 120 por 150 metros, resultó de la transformación de la ladera natural por los teotihuacanos para convertirla en plataforma piramidal, allá por el año 500 D.E, es decir, durante el periodo Clásico Medio.

En la parte alta de la ladera norte, continuó Benítez, se abre una amplia plaza delimitada por una banqueta de piedra, y en su extremo sur se encontraba el Templo del Montículo, cerca del cual aún se observan petrograbados (GLIFOS)  y cistas o huecos tallados en la roca para depositar ofrendas.

El peligro de la mancha urbana.

Tras el dominio teotihuacano, al parecer llegaron al cerro grupos del norte de México, como el coyotlatelco o culhua, los que comenzaron una segunda etapa constructiva, como agregar una nueva fachada al edificio.
Ambos grupos se asentaron en el extremo oeste del montículo, en el actual predio El Santuario, donde se observan vestigios de un conjunto habitacional poco explorado y sobre el que existe un litigio por la propiedad. Luego vendrían otras etapas culhuas y, al final, una mexica, ya durante el gobierno  Mexica  de Tenochtitlan.
Se sabe también que el primer cuerpo del montículo de La Pasión fue afectado por la traza de las calles Camino al Cerro de la Estrella y Santa María del Monte. El segundo cuerpo presenta mejor estado e incluye taludes de mayor tamaño. El tercero está muy destruido por un basurero reciente.
El PIACE prevé concluir la primera etapa de las investigaciones este año, con el análisis e interpretación de los materiales arqueológicos rescatados durante las excavaciones de los conjuntos descubiertos en 2004. Los resultados, adelanta Jesús Evaristo Sánchez, se concretarán en tres libros que deberán publicarse en algunos meses.
En 1938 el área del Cerro de la Estrella fue decretada por el presidente Lázaro Cárdenas, Parque Nacional, con extensión de mil 100 hectáreas, de las cuales, debido al vertiginoso crecimiento de la mancha urbana, sobre todo de viviendas irregulares, sólo se conservan 187.

De ahí, reflexiona Sánchez, se derivan otros graves problemas para el Cerro de la Estrella y el patrimonio que alberga, sobre todo sociales, de degradación ecológica y jurídico-administrativos, que también pretenden enfrentarse con un plan integral en el que trabajan autoridades del INAH, de la delegación Iztapalapa, del Gobierno del DF y al que se busca sumar a varias organizaciones sociales y culturales de la zona.

La idea es que se siga representando el ritual cristiano en otro lugar mientras se hacen  los estudios pertinentes pero existe una presión por organismos de la iglesia cristiana católica que impiden que se investigue mas y convivan así dos elementos del “patrimonio cultural nacional”

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