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PROYECTO SAPIENS PARA ESTUDIANTES
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Científico Mexicano víctima de persecución ,encarcelado en EEUU por supuestamente espiar para Rusia. A punto de salvar millones de vidas.
Dos innovadores desarrollos científicos y una cita con la Presidencia de México son los elementos que juegan alrededor de Héctor Alejandro Cabrera Fuentes, el investigador oaxaqueño que está preso en Estados Unidos.
Dos días después de que fuera detenido en Miami por supuestamente haber espiado a un agente del FBI por órdenes del Gobierno de Rusia, el científico mexicano Héctor Alejandro Cabrera Fuentes iba a reunirse en Palacio Nacional con altos funcionarios de la Presidencia de la República para presentar los detalles de un proyecto que pretende convertir a la comunidad oaxaqueña de El Espinal en un centro neurálgico para la investigación científica en América Latina.
En este proyecto —que forma parte del Corredor Interoceánico, uno de los planes de infraestructura más ambiciosos del presidente López Obrador— están interesados instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Secretaría de Marina (Semar), el Tecnológico de Monterrey y hasta el multimillonario mexicano Carlos Slim Helú a través de su Fundación Carlos Slim.
Así lo aseguran en entrevista dos de sus colaboradores y amigos más cercanos: Hazael Matus, expresidente municipal de El Espinal, y José Manuel Castillejos, especialista en informática.
“Todos ellos querían poner un centro de investigación acá [en El Espinal]”, dice Castillejos.
El objetivo de este proyecto era que El Espinal —municipio de uno de los estados más pobres de México— se aprovechara de la actividad comercial que detonaría el Corredor Interoceánico para transformarse en un ecosistema de investigación científica a nivel internacional, comparte Hazael Matus. Y qué mejor que de la mano del hijo pródigo de Oaxaca, Héctor Alejandro, quien desde muy joven aprendió ruso en unos cuantos meses para convertirse en lo que es hoy: el científico mexicano que reconocen por igual en Alemania, Singapur o Rusia por sus investigaciones en microbiología.
Sin embargo, los planes se trabaron cuando en las noticias apareció su nombre. Y no precisamente por haber descubierto la cura de una enfermedad. De acuerdo con las autoridades estadounidenses, el oaxaqueño trabajó como espía para los servicios de inteligencia rusos. Su tarea era localizar el automóvil de un agente del FBI, anotar la placa e identificar su ubicación, según consta en los documentos de la Fiscalía de Florida y el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Cuando lo detuvieron el 16 de febrero de 2020 en el aeropuerto de Miami junto con su esposa, los agentes encontraron fotografías de la placa en un teléfono móvil y Héctor fue acusado de espionaje. Actualmente se encuentra preso en el país norteamericano. De acuerdo con documentos de una corte estadounidense, se declarará culpable de los cargos que se le imputan el próximo 15 de febrero, como una maniobra para reducir la pena.
“A él lo detuvieron un domingo y yo platiqué con él el viernes [previo a ese domingo]. Me dijo que me quería ver el lunes en la Ciudad de México para cenar. Teníamos una agenda bastante llena: el martes teníamos reunión con Palacio Nacional, el miércoles con diferentes universidades, el viernes con el Tec de Monterrey y el sábado con el gobernador de Oaxaca [Alejandro Murat]”, revela Matus, quien asegura que Cabrera estaba a punto de contarle algo “muy importante” relacionado con sus investigaciones.
“Los planes se han alentado [por la detención]. Héctor era un promotor fehaciente del proyecto. Si no lo hubieran aprehendido ya casi estaríamos inaugurando el primer centro de investigación. Pero sí se detuvieron bastante. Era muy cercano al gobernador de Oaxaca y al encargado del Corredor Interoceánico, Rafael Marín Mollinedo [uno de los hombres cercanos a López Obrador]”, afirma Matus.
¿Un espía para Putin?
Ni su familia ni sus amigos ni sus colaboradores creen que Héctor Cabrera sea un espía al servicio de Rusia. Las autoridades de Estados Unidos sostienen que el mexicano aceptó el trabajo a cambio de poder sacar del país europeo a dos hijas que tiene con una mujer rusa.
“Es muy infantil esa forma de hacer espionaje [tomando fotos y persiguiendo un vehículo en una calle privada] cuando ya existen muchas técnicas, lo pueden hacer desde satélites”, sugiere Matus.
“Él nunca ocultaba nada. Se dedicaba a trabajar, a su investigación y nada más. No tenía necesidad de andar haciendo esas cosas”, agrega Castillejos, una de las pocas personas que actualmente mantiene contacto con Cabrera vía correo electrónico.
En los mails, sin embargo, el científico no cuenta nada revelador. Todo es revisado previamente por el Gobierno de Estados Unidos. Entre Castillejos y Cabrera sólo hay conversaciones sobre cómo va la vida en El Espinal o cómo se siente estar preso.
Su familia en Oaxaca tampoco es muy abierta a hablar sobre el tema. Prefieren el hermetismo. Lo único que le ha dicho Cabrera a Castillejos es que se siente “bien, tranquilo y confiado”. Y que “los periodistas primero deberían investigar qué es una declaración de culpabilidad”, en referencia a algunas noticias que dibujaron la posibilidad de que le mexicano fuera sentenciado a cadena perpetua.
Cabrera siempre fue una persona con amplios horizontes. Lo más fácil para él hubiera sido ser analista de laboratorio para estudiar muestras de sangre. Pero lo suyo era el mundo. Lo supo cuando, desde muy joven, leyó Cazadores de microbios, de Paul de Kruif. Desde entonces se imaginó como el viajero de ese mundo microscópico que, silenciosamente, domina el mundo.
El futuro le preparaba una carrera brillante: microbiólogo por la Universidad de Kazán (Rusia), reconocimientos del expresidente ruso Dimitri Medvédev, investigador de la Universidad de Giessen (Alemania), de la Universidad Nacional de Singapur y conferencista de la Sociedad Europea de Cardiología.
Cabrera siempre fue un hombre cercano a su tierra. A través de las autoridades locales y la asociación Por Oaxaca más investigadores, impulsó el desarrollo educativo y científico de El Espinal, un pueblo que se caracteriza por los altos promedios de sus estudiantes.
Sin embargo, siempre se condujo con un perfil bajo. Actitud que le ayudó a tejer redes de apoyo en la comunidad, que organizó colectas y venta de artículos para contribuir con los gastos de los abogados que hoy lo defienden en Estados Unidos.
Preso científico
Hay un par de descubrimientos científicos basados en biotecnología que ensombrecen esta historia que, por momentos, parece la trama de una novela de espías. Una crema contra el pie diabético y un innovador método para prevenir decesos por infartos son las razones que inquietan a sus antiguos colaboradores.
Según Hazael Matus, el investigador oaxaqueño había desarrollado, junto con el Tecnológico de Monterrey, una pomada contra el pie diabético. Esta crema, dice, fue creada con nanotecnología y tiene una fórmula secreta.
“[La pomada] ya no salió al mercado. La patente la tenía el Tecnológico de Monterrey. Nosotros [en Oaxaca] hicimos el protocolo de investigación con aproximadamente 300 pacientes. ¿Cómo funciona? Es una curación previa al ataque de la infección. Se pone en las heridas del pie diabético y comienza un proceso regenerativo bastante rápido y así se evita la amputación. [Este producto] le pega a todo, a toda la industria de la salud”, afirma el expresidente municipal.
La diabetes es una de las principales causas de muertes en México y el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que esta enfermedad afecta a más de 20 millones de mexicanos, de los cuales 12 millones aún no saben que la padecen. En el mundo la situación no es mejor. En 2000, el organismo internacional tenía registradas a 170 millones de personas con diabetes. Para 2021, esa cifra se elevó a 450 millones. Por eso el tratamiento del mexicano era tan revolucionario para muchos.
Sin embargo, pese a que en el desarrollo del tratamiento también estuvo involucrado el Gobierno de Oaxaca y Grupo FEMSA, el Tecnológico de Monterrey eliminó de su página web todos los documentos y artículos relacionados con el tema.
De hecho, Héctor Alejandro era el director del Centro de Biotecnología FEMSA de esta institución educativa privada. Sin embargo, el Tecnológico eliminó de sus sitios públicos toda la información relacionada con él.
En el Tecnológico de Monterrey para obtener su versión de los hechos, pero hasta la publicación de esta nota no hubo respuesta.
De acuerdo con este documento, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, distribuyó 300 de estos nuevos tratamientos en todo el estado.
Prevenir muertes por infartos no es un negocio
Desde 2017, Héctor Cabrera trabajó para la Universidad de Giessen, en Alemania, en un innovador método para prevenir fallecimientos por infartos.
Se trata de evitar la muerte celular a través de un instrumento que la gente puede adquirir fácilmente en una farmacia: un baumanómetro, de acuerdo con documentos publicados en diferentes instituciones científicas del mundo y con declaraciones que él mismo dio a la DW.
“Se utiliza un baumanómetro, que casi en todos los hogares lo tenemos, lo aplicamos en uno de los brazos del afectado, lo inflamos hasta 200 milímetros de mercurio por 5 minutos. Se infla y se desinfla y este ciclo de inflado y desinflado se repite cuatro veces. Es un tiempo de 40 minutos.
Lo que hacen es que estos pequeños lapsos de falta de oxígeno es que las otras células se empiezan a defender”, explicó el investigador mexicano.
Según sus estudios, un infarto se produce porque se cierra una arteria. Como consecuencia inmediata, todas las células alrededor de esa arteria mueren. Sin embargo, de acuerdo con las teorías de Darwin, todo evoluciona. “Entonces muchas células se adaptan y, en vez de morir, empiezan a vivir con la falta de oxígeno.
Por eso hablamos de una ventana de unas 10 o 12 horas máximo. Al término del cual la arteria se tiene que abrir, pero cuando el cardiólogo reabre la arteria estas células se mueren por un exceso de oxígeno”, agregó.
El método con el baumanómetro está diseñado para ser aplicado cuando el paciente infartado va en la ambulancia. En el recorrido, se previene la muerte en la reapertura de las arterias. De este modo, cuando llega al hospital, es menos probable que la persona fallezca.
“Un infarto se produce porque se cierra una arteria. Lo primero que ocurre es que todas las células alrededor mueren. Pero según el principio de evolución de la Teoría de Darwin, todo evoluciona, entonces muchas células se adaptan y, en vez de morir, empiezan a vivir con la falta de oxígeno. Por eso hablamos de una ventana de unas 10 o 12 horas máximo. Al término del cual la arteria se tiene que abrir, pero cuando el cardiólogo reabre la arteria estas células se mueren por un exceso de oxígeno”, abundó el investigador mexicano.
Su amigo y colega Hazael Matus asegura que este descubrimiento es algo “completamente contrario” a todas las soluciones médicas que se ofertan en el mercado, ya que no se utilizan oxígeno ni medicamentos.
“Con esa técnica sólo con el uso de un baumanómetro que te cuesta 300 pesos… La realidad es que sus métodos no cuadraban en México ni la medicina anglosajona. No era un descubrimiento con el que se pudieran obtener recursos. Sólo vio por la supervivencia y el bienestar de las personas”, dice Matus.
El sueño del científico oaxaqueño era que este método se aplicara en las comunidades más pobres del mundo, donde llegar a un hospital es una odisea.
Además, había acordado no generar una patente, ya que lo único que se necesita es un baumanómetro.